Lemonade Letters

  Y me dices que abra los ojos  Y yo te digo que no  Y tú me preguntas por qué  “Porque si abro los ojos estoy sola, y si los cierro estás tú” 

  Si me preguntas, no te pienso todas las noches, ni tampoco te suspiro en las mañanas.  Si me preguntas, no me interesa cómo estás, con quien estás o con quién quieres estar.  Si me preguntas, no me quita el sueño a quien piensas, si me extrañas o si te tienta hablarme.  Si me preguntas, desde que nos alejamos no te he echado de menos ni un segundo, ni busco cómo encontrar nuestros momentos por ningún lado.  Si me preguntas te voy a decir que no me importas, que no te recuerdo cuando paso por el parque o cuando mis soledades me fastidian y las quiero llenar.  Esa será la respuesta, si me preguntas.

  Si nos perdemos, si ya no nos funcionan las brújulas que nos devuelven, si ya no podemos coincidir, si nuestro hilo no nos vuelve a juntar: está bien.  Está bien porque de esta y todas maneras una vida no me es suficiente para terminarte de amar.  Así que mantengo la esperanza de encontrarte en la vida que sigue, esperando que por fin tengamos los mismos planes, los mismos ideales y -si es posible- un poco más de tiempo.  Tiempo para terminar de darnos los besos que nos faltan y para decirte todas las palabras que en este paréntesis no te pudieron alcanzar.  Te veo en aquel paréntesis, el que nos está esperando, en el que nos toca ser nuestros correctos, nuestros definitivos. En el que de nuevo nos veremos y podremos volvernos los que no pudimos ser. Los que hasta el cansancio nos intentamos volver y los que desesperadamente quisimos forzarnos a tener. 

  Te regalé mi eternidad cuando la tuve. Fueron reales. Los te amo, las cartas, los besos. Fueron reales, las risas, los llantos, los te quiero.  Te quiero. Te quiero a pesar del tiempo y de que mi eternidad ya no es tuya. Te quiero. Aunque poco te importe, aunque ya no me busques; aunque ya no me extrañes, aunque ya no me llores.  Te lloro. Aunque pase el tiempo y ya me haya de ti curado. Te recuerdo, aunque lo haga con sangre, aunque lo haga y me duela, aunque me duela y por más que pase el tiempo el dolor no acabe. Te olvido, aunque luche por no hacerlo, aunque a dondequiera que volteo esté tu recuerdo. Lucho por conservarte, aunque no lo estoy logrando, aunque no quiero lograrlo, aunque te escondo en lugares para tenerte cuando me faltes.  No me faltes, aunque ya lo hagas, aunque yo esté sola, aunque me traicione la tarde y mi olvidadiza memoria.

N o entiendo a la vida, a la gente; a las cosas que pasan, a las que no. Entendía, sí, porque intentaba entender. Me esforzaba y en cada esfuerzo se iba un pedacito de mí.   A hora hay solo, ecos de esfuerzos e intentos. Ya no pienso hasta que se me incendia la cabeza tratando de comprender las acciones, las palabras, las intenciones. Dejo ser. Y se me va esa muchacha, la que era, la que hacía de más por los demás. No la extraño. Con ella se van los llantos y los desvelos por lograr entender lo que no debía. Por saber de más, por escarbar siempre a los otros, por no poder ver solo la superficie. Se me va, se me escapa de las manos, la pierdo, pero no la persigo.  Por fin la dejo en libertad.