un año atrás a las 12:00
No entiendo a la vida, a la gente; a las cosas que pasan, a las que no. Entendía, sí, porque intentaba entender. Me esforzaba y en cada esfuerzo se iba un pedacito de mí.
Ahora hay solo, ecos de esfuerzos e intentos. Ya no pienso hasta que se me incendia la cabeza tratando de comprender las acciones, las palabras, las intenciones. Dejo ser. Y se me va esa muchacha, la que era, la que hacía de más por los demás. No la extraño. Con ella se van los llantos y los desvelos por lograr entender lo que no debía. Por saber de más, por escarbar siempre a los otros, por no poder ver solo la superficie. Se me va, se me escapa de las manos, la pierdo, pero no la persigo.
Por fin la dejo en libertad.
Comentarios
Publicar un comentario