Miedo, pánico, pavor.
Estoy ansiosa, ya no soporto la incertidumbre; es una sensación horrorosa en el pecho (y que me perdone la sensación por faltarle al respeto). Me está comiendo viva este año, esta temporada que se prolongó a meses, aquella que se terminó robando medio año y no me deja salir. Me está comiendo viva la frustración, el cansancio que me recorre todo el cuerpo… mi cuerpo; me come viva esta vida, mi cabeza, mi alma, mis sentimientos, mis angustias… mi terror a la muerte. Me aterra la muerte pero la vida me da incluso más de que pensar. Es curioso, ¿no? El tenerle miedo a algo de lo que no podemos escapar, tal vez o más que tal vez sea eso mismo que no podemos evitar lo que nos da tanto miedo. ¡Qué va!, si yo en mi vida he tenido demasiados miedos, sobre todo una persona como yo que es profesional en evadirlos no le importa mucho que se acumulen así como se acumulan las hojas secas en otoño. ¿Mi miedo a las alturas? Me mantengo en el piso. ¿Las cucarachas y los bichos que se pasean p